El Día de Muertos en nuestro municipio es una tradición que se vive con gran entusiasmo. Los preparativos comienzan días antes: las autoridades municipales se encargan de la limpieza de los panteones y las calles aledañas, mientras que la población acude a limpiar y restaurar las tumbas de sus difuntos.
Es ahí donde inicia la convivencia. Se observa a la gente platicar animadamente, compartiendo anécdotas e historias de sus queridos familiares y amigos que ya partieron. Alrededor de los panteones se instalan numerosos puestos que ofrecen
antojitos típicos y la tradicional caña de azúcar, cuya venta, para muchos, parece ser exclusiva de esta celebración. También se observan en los puestos una gran variedad de flores (naturales y artificiales, en ramos o sueltas) para honrar a los difuntos.
El fervor es tal que, desde un día antes, los panteones se llenan de gente. Es común recibir a personas originarias del municipio que radican fuera y regresan exclusivamente para estas fechas. Esta algarabía suele extenderse por dos o tres días.
La conmemoración se transforma en una reunión social. Se observan familias completas charlando e incluso comiendo junto a las lápidas, en un ambiente que recuerda a un día de campo. La gente lleva sus propias sillas para pasar cómodamente varias horas, compartiendo alimentos y recuerdos.
Paralelamente a la visita al camposanto, la tradición de los altares en los hogares se ha ido extendiendo también. Se aprecian altares de todo tipo, desde los más pequeños y sencillos hasta instalaciones grandes y elaboradas, todas con el
mismo fin: sentir la visita del ser querido. En ellos se colocan los platillos que más disfrutaba el difunto; algunas familias incluso le otorgan un lugar simbólico en la mesa, mientras otras sirven el plato directamente en el altar.
Las instituciones educativas también son protagonistas. En las escuelas se preparan altares, y tanto estudiantes como maestros participan llevando flores y alimentos. Es habitual ver a los alumnos caracterizados como catrines y catrinas, y
algunas escuelas abren sus puertas a las familias para compartir la festividad.
La Escuela Normal Pablo Livas no se queda atrás en esta celebración: los estudiantes de primer semestre de las Licenciaturas en Educación Preescolar y Primaria, en colaboración con los Clubes de Danza y Música, preparan una
hermosa festividad que cada año se dedica a una personalidad diferente. La comunidad normalista se involucra activamente, llenando los pasillos de tradición y disfrutando de una maravillosa convivencia.
De esta manera, en nuestro municipio se celebra y se disfruta la visita de aquellos seres queridos que se han adelantado en el camino, convirtiendo el luto en una fiesta de memoria y reencuentro.
Dra. Mireya Sánchez Cruz

